Vilas, a mí no me la das con Ordesa

07.02.2019

Opinión del libro Ordesa de Manuel Vilas. Editorial Alfaguara.

No estoy aquí para halagar como casi todo el mundo el libro Ordesa de Manuel Vilas. Pero reconozco que cuando he terminado de leerlo no he podido evitar una sonrisa y pensar: "¡Qué cabrón!". La sonrisa no ha sido por reírme de ese dolor que despliega a lo largo de toda la obra, sino por cómo se las ha ingeniado para con una obra tan de andar por casa, tan de diario íntimo, con historias de individuo que divaga sin un aparente orden prefijado, dando saltos en el espacio y en el tiempo y reiterándose en muchas ocasiones, ha conseguido colarse en las listas de los mejores libros de 2018.

Ordesa es adorado por muchos y denostado por tantos otros. Solo hay que pasarse por los comentarios de Amazon o por algunas comunidades de lectores. Ya sabemos que a los críticos literarios de este país ha gustado mucho, también a todos los amigos escritores que tiene Manuel Vilas, que parecen muchos, pero Ordesa no gusta al público llano, a ese que está acostumbrado a las novelas de ritmo rápido, de grandes héroes, dramas, romances, acción o a las superficialidades del influenciador de turno. Eso que gana. 

El lector que abre Ordesa debe estar preparado ante lo que se va a encontrar: un relato en primera persona biográfico. Vilas ha perdido a sus padres y reflexiona sobre esa pérdida, sobre el desgarro que supone su ausencia, así que Vilas habla durante casi 400 páginas de sus padres, de su familia, de su vida, de sus sinsabores, de más problemas que de alegrías, lo hace una y otra vez, desde diferentes perspectivas, de forma profunda y planteando cuestiones que a la mayoría de los mortales ni se les pasa por la cabeza. Por lo tanto, aunque vean a Ordesa entre las listas de los más vendidos, olvídense de todos los demás títulos que aparecen en esas listas porque estamos ante un libro totalmente inverso a los temas y escritores que encontramos entre los bestsellers.


Mi opinión de Ordesa

Ordesa tiene sus benefactores y sus detractores ¿Y qué me ha parecido a mí? A mí me ha gustado. El libro tiene dos historias paralelas, la que está en las líneas escritas por Vilas y la que cada lector va formando en su universo particular. Porque gran parte de las anécdotas que cuenta el autor de sus padres y de su infancia las hemos vivido de forma similar todos, su relato está repleto de escenas tan familiares que a veces asustan. Sin embargo, él ofrece puntos de vista que son en ocasiones surrealistas, ofrece diferentes dimensiones y nos hace plantearnos aspectos que pueden parecer detalles mínimos, pero a los que él da un carácter sustancial.

En capítulos hiperbreves, Vilas pasa por la vida de anécdota en anécdota, de curiosidad en curiosidad, de micropensamiento en micropensamiento, de coche en coche por las montañas aragonesas. Muestra su lado más oculto, el del hijo despreocupado de sus padres, divorciado y alcohólico que llega a una recepción con los reyes de España. Ofrece la singular visión interior de un hombre que en la foto oficial parece repleto de éxito, pero que está lleno de precipicios.

Ordesa es un gran escaparate de estados anímicos. No es para menos: una profesión placentera en cuanto al salario, pero repetitiva; la muerte de sus padres y su idealización; el amor hacia sus hijos; el encadenamiento de los recuerdos; la desesperanza y el dolor y entre todo ello la parodia que siempre aflora en la obra de Manuel Vilas.

Por tanto, Ordesa no es un libro que se pueda tomar como una evasión. Ordesa hay que leerlo lentamente, requiere reflexión y un proceso posterior tras cada sesión de lectura. Manuel Vilas hace de padre y de hijo, quiere ser y no ser el padre que tuvo, refleja una necesidad de dar marcha atrás en el tiempo para evitar errores, aunque al mismo tiempo muestra en cada página una necesidad de olvidar, de escribir para cerrar heridas, escribe para pasar página y compartir eso con el mundo es un ejercicio de eterna belleza.

Ordesa gustará según el lector, según el estado anímico de cada lector, según la disposición ante la lectura de cada uno, porque habrá tantas "Ordesas" como lectores y esa multiplicidad de visiones hacen de este libro algo muy especial. No sé si bueno o malo, pero sin duda, diferente.

Ordesa leído para comenzar febrero de 2019 me ha gustado, pero sé que hace uno o dos años podría haberlo dejado por la mitad. Por cierto, el libro se cierra con un epílogo compuesto por un conjunto de poemas muy al estilo de Vilas. Unos me han gustado más que otros, en ellos se reconocen algunos de los pasajes de la novela y cierran el círculo de un libro controvertido, brillante y que refleja la personalidad del autor de Barbastro. 

Pero Vilas, a mí no me la das con Ordesa. Siento mucho lo de tus padres, de verdad, pero sé que en el fondo no eres un ser tan caótico, creo que exageras y elucubras demasiado. Sin embargo, ofreciendo esa imagen te va bien. Sé que detrás de esa cara meditativa que mira de reojo en la foto de perfil de Twitter, hay mucha estrategia en un país donde nos gusta saber de los males del vecino. Así, si cuento todo lo mal que me va, todo un país se alegrará, todo un país me leerá. Bravo Vilas, pero no puede ser para tanto, te lo dice alguien que como tú hiciste durante más de 20 años, se dedica a explicar frecuentemente la tilde diacrítica.


Título: Ordesa

Autor: Manuel Vilas

Editorial: Alfaguara

Páginas: 392.



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