Cara de pan y la cara de asombro que me ha dejado Sara Mesa

13.02.2019

Cara de pan es una historia de aparente sencillez, pero que implica un profundo trasfondo en la psicología de sus personajes. Es un encuentro en un lugar común, un parque, entre dos personas aparentemente opuestas, pero que comparten heridas, las de una niña, Casi, que se siente marginada en el instituto y las de un hombre mayor, el Viejo, cuyo problema mental lo ha llevado a unas acusaciones que se irán descubriendo conforme avanza el libro.

La conversación entre ambos, en torno al conocimiento de los pájaros que tiene el Viejo, así como sobre su gusto por la cantante Nina Simone, irá pilotando una narración en tercera persona en un escenario que puede ser cualquier rincón de una zona verde de una gran ciudad, en un tiempo que puede ser cualquier mañana en la que una niña engaña a sus padres para en lugar de ir al instituto, refugiarse en su soledad, en sus revistas y poco a poco, en aquel hombre mayor al que solo ella prestará atención.

Sara Mesa versiona el diálogo de Orfeo desciende de Tennessee Williams para unir a dos personas que irán contagiándose en cuanto a gustos y aficiones, sobre todo la niña de el Viejo. Ella asegura que en el instituto solo hace aprender cosas de memoria que vienen en internet, pero en el parque aprenderá los nombres científicos y rasgos de cada pájaro o las letras de una cantante que hasta sus encuentros desconocía.

Aunque Casi evita ser indiscreta, poco a poco irá interesándose en mayor medida por ese hombre despeinado que solo tiene dos trajes, se formula preguntas, y aunque tampoco se abre a él y es reacia a decirle la verdad sobre las cosas que hace, poco a poco irá mostrándose tal y como es y compartiendo sus secretos.

Los días pasarán en el pequeño ecosistema de ambos entre el seto y la valla del parque. Pero el viejo solo pretende hablarle de pájaros y de Nina Simone y Casi empieza a tener otras inquietudes. Ambos creen en el autodidactismo, pero mientras el Viejo mantiene una actitud plana, a Casi le surgen preguntas que necesita responder, a lo que va añadiendo un crecimiento de la tensión debido a su situación por no acudir a las clases. Todo, además, se irá trasladando de una forma ficticia al diario que la niña escribe, que transmitirá de forma alterada la relación de la niña de cara de pan y del Viejo con apariencia de loco.

Sara Mesa se adentra con Cara de pan en las personas al margen, huye de los protagonistas al uso, de los prototipos literarios e incluso terminará mostrando una visión diferente del acoso. La mirada de Casi se aleja de otros personajes femeninos anteriores de nuestra literatura, es una visión contemporánea de una Caperucita que se adentra por su propia voluntad en el bosque de un lobo al que acusan de feroz, pero que puede que no lo sea.

La autora afincada en Sevilla expone en este libro una historia que atrapa pese a la aparente poca trascendencia de las conversaciones, pero es en esa capacidad de descolocarnos, de sacarnos de la zona de confort donde está la fortaleza de esta historia que muestra las sombras de dos seres afectados por algunos de los problemas candentes de nuestra sociedad, dos sospechosos por naturaleza porque ¿es imposible que un hombre sea amigo de una niña?

Cara de pan me ha generado cara de asombro durante toda la narración, también durante el final, que duele y extraña, como gran parte de este libro.


Título: Cara de pan

Autora: Sara Mesa

Editorial: Anagrama

Páginas: 144