Artículos de opinión

En este espacio publicaré los artículos de opinión que escribo cada semana a través de mi Newsletter de Linkedin titulada La opinión del lunes, en mi página de Facebook y en el portal de noticias meneame.net 

Columna de opinión 11/07/2022

El día que inventé una "fake news"​ y la publicaron numerosos medios nacionales

Hoy desvelaré el que posiblemente sea mi mayor secreto en 18 años dedicado al periodismo. Es uno de los hechos que me llevaron a cambiar de rumbo. Quizá me perjudique más de lo que me beneficie, pero es uno de los ejemplos de cómo se construyen noticias en este país. Lo hago ahora que se está hablando mucho en las últimas horas de la calidad del periodismo español a partir de unos audios entre uno de los pesos pesados de la televisión de este país y un ex comisario. Que se hayan producido este tipo de alianzas para perjudicar a un partido político no me extraña. Creo que el periodismo español debería reflexionar el rumbo que ha tomado haciendo una reflexión que debería comenzar en las propias universitarias, pasando por asociaciones de la prensa, medios, anunciantes y, por supuesto, audiencia.

Voy con ello

Durante todos estos años puedo asegurar que nunca he inventado nada que haya publicado. Es verdad que he podido cometer errores de enfoque de una información, que alguna vez los datos facilitados por una fuente no hayan sido del todo reales o que no haya podido contrastar una noticia con todas las partes porque alguna no respondía. Sin embargo, yo nunca me he inventado nada, salvo en una ocasión, aunque la noticia también tenía una base de realidad.

Llevaba ya un tiempo publicando en mi propia página de información deportiva. Su nombre es Deporte del Sur y, aunque generaba ingresos, nunca han sido lo suficientemente consistentes como para suponer una parte importante de mi salario. En una época en la que no sabía qué dirección tomar con la web, decidí basarme en algunas conversaciones con amigos triatletas para construir una noticia ficticia.

Una invención con una base de realidad

Durante mis años ligado al triatlón escuchaba a muchos conocidos hablar de las grandes cantidades que invertían en sus equipamientos, especialmente en las bicicletas cuando disputaban pruebas de media o larga distancia. Las mujeres de muchos de ellos se quejaban constantemente de los gastos y otros reconocían que sus mujeres ni siquiera sabían lo que gastaban porque de saberlo los pondrían de patitas en la calle. Con todo aquello, elaboré una noticia con el siguiente titular: «Le pide el divorcio a su marido tras comprar una nueva bici de 11.000 euros». Tras aquel título, construí una noticia con apariencia de historia real de un triatleta de un pueblo de Granada que todo el mundo se creyó. La noticia se publicó un viernes por la tarde de noviembre de 2016. Desde el primer minuto, empezó a ser compartida en redes sociales, pero, para más asombro, durante el fin de semana, medios informativos de todo el país empezaron a publicar la noticia copiando directamente de la web. Cuando hablo de medios informativos me refiero a medios especializados en triatlón y ciclismo, pero también a periódicos nacionales de los más importantes que vieron carnaza y notaron que estaba teniendo tirón. Tan solo cambiando ligeramente el texto inventado por mí, lo publicaron en sus ediciones digitales (la mayoría de las publicaciones todavía se pueden ver haciendo una búsqueda en Google). Nadie, absolutamente nadie de estos medios contactó conmigo para preguntar si era real o no la información, conocer más detalles o intentar hablar con el triatleta afectado. A estos niveles ha llegado lo que llamamos «periodismo», al copia y pega sin contrastar nada. Solo pondré una excepción y es que, ya el lunes y después de que la noticia se hubiese viralizado en multitud de medios, me llamó el redactor de un importante programa de radio para intentar contrastar. Fue el único que lo hizo bien. Si alguna vez lee estas líneas, le pido perdón porque entonces no le conté la verdad.

Gane más dinero que con ninguna otra noticia

Sí, fue mi primera y única fake news hasta la fecha y con ella he ganado más dinero que con ninguna otra noticia que jamás haya escrito porque las visitas se multiplicaron y también los ingresos por publicidad. No me hice rico, pero me salvó el mes, ¿es o no es para darle una patada al periodismo?

Cuando trabajas tantas horas por una miseria de salario y encima te ocurre todo esto, es normal que no haya mucha gente dispuesta a correr riesgos o que termine decantándose por el dinero fácil, aunque suponga renunciar a la ética. No obstante, creo que todo está perfectamente organizado por el poder político y económico. Saben cuánto y en quiénes invertir para tener a la prensa controlada, el periodismo está manipulado, la política está en todo, la vida pública española está dopada. Yo me bajé de este escenario.

Columna de opinión 23/05/2022

Tan kafkiano como la vida misma

Crees que eres capaz de comerte el mundo, pero entonces llega una decisión de los de arriba o de la gente que está a tu lado y te aparta de todo. Kafka, en su archiconocido libro La metamorfosis, convirtió a Gregorio Samsa en un insecto monstruoso. Si leemos la novela sin pensar demasiado, es entretenida. Si meditamos su mensaje, se convierte en apasionante. Al principio, solo le preocupa su trabajo, después pasa a preocuparle su familia y, por último, es su vida la que está en juego porque no tiene valor ni para los suyos.

Nadie tiene el poder de ir convirtiendo a la gente en insectos, pero sí hay quien se siente con el poder de hacerlo y lo hace a su manera. Echen solo un vistazo a la historia de la humanidad: las grandes potencias con sus colonias, los señores de la esclavitud, el Holocausto de Hitler o, en la actualidad, los indiscriminados bombardeos de la guerra de Putin.

Pero no tenemos solo que fijar la mirada en los grandes conflictos. Este fin de semana se ha celebrado la exaltación de la fuerza de Isabel Díaz Ayuso en el congreso del PP de Madrid. ¿Recuerdan a Pablo Casado? Pasó de ser un dios entre los suyos a, sin hacer nada, ser solo un insecto, fumigado en su propia casa.

A mí me preocupa esto de la metamorfosis porque hoy estás y mañana puede que alguien se encapriche y no estés. Puede que seas entrenador de fútbol y a tus jugadores no le interese tenerte. No sería la primera vez que se origina un complot para perder partidos hasta que se cesa al técnico. O que seas un cantante con un futuro por delante y representes a España en Eurovisión, en este caso la cosa tampoco suele terminar muy bien. ¿Alguien se acuerda de Lucía Pérez y Barei?

Además, en un mundo tan mal mediatizado, es muy fácil que alguien, con una llamada telefónica, invente una noticia que desarme toda tu trayectoria; que te aparten de tu puesto de trabajo o que amenacen con cerrarte la boca si eres especialmente crítico. Nos creemos en una sociedad donde hemos ganado derechos, pero, si lo meditamos, nos damos cuenta de que dependemos de las decisiones de unas cuantas personas con poder. Nadie parece exento a esta metamorfosis, nadie excepto el rey emérito que, desde que dimitió, ocupa más titulares que su hijo. Quizá es que él tenga más de Kafka y menos de Gregorio Samsa, quizá por eso lo aplaudan.


Artículo de opinión 28/3/2022

La batalla silenciosa

Quizá no hagan ruido, pero desde hace tiempo las salas de profesores de los centros educativos y muchos foros de la materia albergan una lucha de propuestas alejadísimas entre gentes que tenemos el mismo objetivo: formar a nuestros jóvenes. Hablo de la didáctica del profesorado y de las posturas entre innovadores y tradicionalistas. Yo no llevo mucho en los institutos, pero ya he vivido más de un debate encarnizado al respecto que me ha hecho preguntarme: ¿y si los unos aprendieran de los otros? ¿y si se acercaran posturas? ¿no existe un fin común?

En primer lugar, creo que en una sociedad que cambia, ni los alumnos ni los profesores de hoy son como los de hace 20, 30 o 40 años. Vivimos en un mundo muy diferente y es lógico que haya que pensar en cambios. Entran en juego nuevas metodologías como aprendizaje cooperativo, aprendizaje basado en proyectos, gamificación, aula invertida... y entiendo que son una forma de mantener al alumnado motivado en las largas jornadas en el aula. Además, lo que creo que no tiene discusión es que la tecnología debe estar presente en el proceso educativo, no solo como soporte, también como fin. De hecho, creo que debemos aprovechar la oportunidad para enseñar un buen uso de la tecnología y de internet como fuente de conocimiento, algo diferente a la barra libre de móviles en los centros.

No obstante, hay competencias en el currículo que implican contenidos que requieren de repetición e insistencia, a lo que debemos añadir que, fuera del aula, en la vida y en el mundo laboral, también hay muchas labores monótonas, que requieren procedimientos basados en alguien que manda y otro que acata órdenes, acciones que no son entretenidas, madrugones, reveses y llevarse trabajo a casa. Pero claro, esto así impuesto, sin más, explicado con un "porque siempre se ha hecho así" hace que se pierda razón.

Por otro lado, yo guardo buenos recuerdos de profesores que en una clase magistral me enseñaron el teatro de Lope de Vega y lo preguntaron en un examen escrito o de otros que introdujeron el trabajo por proyectos, que me hicieron utilizar por primera vez el ordenador o leer un libro que se salía del temario. La educación la hacen personas para personas, no debemos olvidarnos de eso, más allá de la metodología, hay que buscar la humanidad y quizá sea cuestión de que cada cual implemente la fórmula que mejor le funciona a su perfil de docente adaptándose al alumnado con el que tiene que trabajar.

Miren, yo no soy partidario de que una clase sea como un parque, pero tampoco debe convertirse en una cárcel. Más que de gamificar toda la formación, me quedo con el concepto de experiencia, hacer del aula un lugar donde cada cual se sienta cómodo y donde tenga claro que lo que se le enseña tiene una importancia para su futuro. Yo a veces doy clases magistrales, pero en ellas también están presentes el vídeo, las infografías y algunos tests rápidos en el móvil; hago pruebas escritas, pero no de cada tema porque quizá otras veces se evalúe mejor con un proyecto, una exposición oral, una redacción, una tarea en una app o el rodaje de un cortometraje. A veces me funcionan los dictados para mejorar la ortografía o la realización de ejercicios del libro para fijar conocimientos; otras tengo que recurrir a actividades con Bob Esponja o Fortnite. No uso el aula invertida en el día a día, pero sí tengo mis explicaciones en vídeo en la red para que el alumnado refuerce lo que ha aprendido en clase. Con todo esto, la clase a veces se espera lo que les ofreceré, pero otras veces los pillo desprevenidos y creo que, de momento, vamos funcionando con un ambiente aceptable.

Quizá no hagan ruido, pero desde hace tiempo las salas de profesores de los centros educativos y muchos foros de la materia albergan una lucha de propuestas alejadísimas entre gentes que tenemos el mismo objetivo: formar a nuestros jóvenes. Hablo de la didáctica del profesorado y de las posturas entre innovadores y tradicionalistas. Yo no llevo mucho en los institutos, pero ya he vivido más de un debate encarnizado al respecto que me ha hecho preguntarme: ¿y si los unos aprendieran de los otros? ¿y si se acercaran posturas? ¿no existe un fin común?

En primer lugar, creo que en una sociedad que cambia, ni los alumnos ni los profesores de hoy son como los de hace 20, 30 o 40 años. Vivimos en un mundo muy diferente y es lógico que haya que pensar en cambios. Entran en juego nuevas metodologías como aprendizaje cooperativo, aprendizaje basado en proyectos, gamificación, aula invertida... y entiendo que son una forma de mantener al alumnado motivado en las largas jornadas en el aula. Además, lo que creo que no tiene discusión es que la tecnología debe estar presente en el proceso educativo, no solo como soporte, también como fin. De hecho, creo que debemos aprovechar la oportunidad para enseñar un buen uso de la tecnología y de internet como fuente de conocimiento, algo diferente a la barra libre de móviles en los centros.

No obstante, hay competencias en el currículo que implican contenidos que requieren de repetición e insistencia, a lo que debemos añadir que, fuera del aula, en la vida y en el mundo laboral, también hay muchas labores monótonas, que requieren procedimientos basados en alguien que manda y otro que acata órdenes, acciones que no son entretenidas, madrugones, reveses y llevarse trabajo a casa. Pero claro, esto así impuesto, sin más, explicado con un "porque siempre se ha hecho así" hace que se pierda razón.

Por otro lado, yo guardo buenos recuerdos de profesores que en una clase magistral me enseñaron el teatro de Lope de Vega y lo preguntaron en un examen escrito o de otros que introdujeron el trabajo por proyectos, que me hicieron utilizar por primera vez el ordenador o leer un libro que se salía del temario. La educación la hacen personas para personas, no debemos olvidarnos de eso, más allá de la metodología, hay que buscar la humanidad y quizá sea cuestión de que cada cual implemente la fórmula que mejor le funciona a su perfil de docente adaptándose al alumnado con el que tiene que trabajar.

Miren, yo no soy partidario de que una clase sea como un parque, pero tampoco debe convertirse en una cárcel. Más que de gamificar toda la formación, me quedo con el concepto de experiencia, hacer del aula un lugar donde cada cual se sienta cómodo y donde tenga claro que lo que se le enseña tiene una importancia para su futuro. Yo a veces doy clases magistrales, pero en ellas también están presentes el vídeo, las infografías y algunos tests rápidos en el móvil; hago pruebas escritas, pero no de cada tema porque quizá otras veces se evalúe mejor con un proyecto, una exposición oral, una redacción, una tarea en una app o el rodaje de un cortometraje. A veces me funcionan los dictados para mejorar la ortografía o la realización de ejercicios del libro para fijar conocimientos; otras tengo que recurrir a actividades con Bob Esponja o Fornite. No uso el aula invertida en el día a día, pero sí tengo mis explicaciones en vídeo en la red para que el alumnado refuerce lo que ha aprendido en clase. Con todo esto, la clase a veces se espera lo que les ofreceré, pero otras veces los pillo desprevenidos y creo que, de momento, vamos funcionando con un ambiente aceptable.

En conclusión, creo que estemos en el rol de educador o de alumno, en un bando o en otro, siempre nos toca aprender, de los que estuvieron, de los que hay y de los que vendrán. En las batallas los dos bandos suelen resultar perdedores. Ganaremos si abrimos la mente a lo nuevo y a lo que dicen los que tienen un bagaje. Hagamos alianzas y quedémonos con lo que mejor nos funcione sin olvidar el importante papel que jugamos.

Artículo de opinión 7/2/2022

Idiotez artificial

Parece que mientras más cabalgamos, más obstáculos surgen. No soy un profesor que ponga muchos ceros en trabajos escritos o exámenes porque siempre dejo un margen en los ejercicios a la escritura creativa y para crear un texto propio no es necesario estudiar. Por lo tanto, un cero significaba no entregar nada o entregar algo copiado. Era así hasta ahora porque tenemos un nuevo enemigo con el que el alumnado comienza a coquetear: la inteligencia artificial. Aunque, en este caso, de inteligente tenga poco.

Hace unos meses encontré en una cuenta de TikTok a un señor que explicaba una aplicación que generaba textos de forma automática usando la inteligencia artificial. Solo había que escribir las primeras líneas y el programa seguía escribiendo solo valiéndose de todos los recursos de internet como fuente de información. Aparentemente era magnífico pues usaba datos reales con una redacción exclusiva, es decir, sin que pueda detectarse como plagio. Desde entonces, ya he visto algún vídeo más sobre el asunto en otras cuentas que siguen los jóvenes.

Por curiosidad, probé la aplicación escribiendo algo sobre el futbolista Lionel Messi. El texto comenzó a aparecer escrito con corrección, aunque sin adecuación ni coherencia y con dudosa cohesión. El redactor virtual mezcló datos actuales con antiguos, daba más protagonismo a títulos de su etapa de juvenil que a los actuales y hablaba más de problemas familiares que de sus éxitos deportivos. Es decir, un texto que difícilmente podría utilizarse para un fin serio, algo que me tranquilizó, pese a que haya vídeos que aseguren que, con algo de revisión, los textos pueden servir para su publicación.

Sin embargo, tanto en este curso como en el anterior, ya he detectado que algunos de mis alumnos me han entregado textos que hacen uso de un nivel de vocabulario impropio para ellos, con construcciones sintácticas que nunca les había leído y con un selección de la información que no se centra en lo importante ni se acerca. Creo que empiezo a saber la procedencia de estos textos y por este motivo acabo de instaurar un nuevo motivo para el cero en los trabajos de redacción.

Soy profesor en clase y partidario de las redes sociales. De hecho, uso mi canal de Youtube para reforzar algunas lecciones y TikTok para dar consejos de ortografía. Sin embargo, en ellas hay riesgos para la docencia y los hábitos del alumnado, junto al enorme foco de distracción que suponen. Estas aplicaciones de inteligencia artificial convierten ahora en mala idea mandar una redacción al alumnado para su elaboración en casa donde deberían encontrar la serenidad y el sosiego que a veces requiere la actividad de escribir.

Y sí, puede que algo estemos haciendo mal si no somos capaces de hacer que el alumno disfrute de la escritura propia, de la investigación sobre un tema, de consultar y leer fuentes de las que aprender, de ir construyendo palabra a palabra la casa de un buen texto con estilo propio.

En otros tiempos, estábamos forzados por la obligación, pero ahora empiezan a existir otras alternativas que nos hacen perder humanidad, que idiotizan al que sigue el camino fácil, que nos llenan de artificialidad. Queridos influyentes, además de pensar en conseguir seguidores, piensen en la ética, sean inteligentes y no solo artificiales.

Artículo de opinión 31/1/2022

Hablar sin palabras

Cuando hay otros niños en el parque, mi hijo siempre se acerca a ellos. No dice palabra alguna, pero sonríe y los mira con interés mostrando complicidad. En una mayoría de ocasiones, los otros niños pasan de él y mi hijo los persigue a distancia durante unos momentos hasta que decide lanzarse por el tobogán en solitario. Puede que a veces esos niños le digan algo o le dediquen un gesto que no suele ser de bienvenida, él entonces vuelve a sonreír. Si se repite el mal gesto, me mira con cara de circunstancias, me acerco a él y le resto importancia proponiéndole algún juego. Puede que incluso más tarde, en el tobogán, en el turno del columpio o, sin más explicación, la conexión se produzca y los niños que antes se negaron, lo terminen acogiendo entre ellos. Sin embargo, hay veces en las que, sencillamente, se da el milagro en el que, casi sin mediación, recién llegados, la respuesta a la sonrisa inicial es otra sonrisa y la conexión se produce sin más intermediación. ¡Qué cosas!

Mi hijo, el mayor, es de la generación de la mascarilla, no por llevarla él, pero sí una mayoría que lo ha rodeado. Vivió el confinamiento acompañado solo de papá y mamá; cortamos las salidas al parque y los viajes durante mucho tiempo; después decidimos retrasar su entrada en la guardería y, cuando comenzó a ir, se encontró con un personal al que no podía leer los labios. Al salir a la calle, ve a la gente que a veces le dice cosas o le hace gestos, pero a la que solo ve los ojos; escucha voces que le llegan frenadas, siendo todo un secreto cómo se articulan.

Esta semana he leído una noticia en la que pediatras advierten que los niños están empezando a hablar más tarde de lo habitual, lo que puede derivar en dificultades para relacionarse con los demás. La primera consecuencia hace un tiempo que la notamos. Él tiene dos años y cinco meses y lleva los tres últimos yendo a la logopeda, una logopeda a la que puede ver los labios y que consiguió que se soltara hasta el punto en el que ya podemos tener alguna mínima conversación con él, de esas primeras charlas que a los padres nos hacen subir a una nube. Por suerte, él no ha tenido ningún retraso de comprensión y la falta de la palabra no le ha provocado ninguna frustración para la convivencia.

Además de las palabras, existe una comunicación no verbal en la que los adultos deberíamos aprender de los niños. Ellos nunca nos engañan con la mirada ni saben forzar una sonrisa: si están tristes, lloran, si están alegres, ríen. Los niños apuntan frecuentemente con ojos de dulzura y sonríen por cualquier cosa, lo que les abre más puertas que cualquier palabra. Muchas veces envidio su desparpajo y me acuerdo de él cuando entro en una cafetería o llego a cualquier lugar donde no me conocen. Con más o menos acierto, sé hablar e incluso me he ganado durante años la vida con ello; pero tengo esa carga desmesurada a mis espaldas del qué dirán, del a qué viene este tío ahora. Pues miren, incluso con la mascarilla, quizá deberíamos sonreír más a los desconocidos, quizá podamos superar la distancia con miradas de complicidad y, entonces, nos sea más sencillo hablar. Si no somos bienvenidos, siempre podremos dar la espalda o irnos a la esquina a solas, pero si no lo intentamos puede que nos estemos perdiendo el milagro de conectar con alguien de forma casual.

Incluso con mascarilla, inevitable por desgracia, desplegar el lenguaje de las emociones, el de los gestos al vuelo y miradas que abren el mundo, es posible. En esta era con tanta palabra dañina, nos iría mejor a todos si nos dejásemos llevar por ese lenguaje universal que no entiende de idiomas y que, aunque lo tengan otras especies, completa nuestra humanidad. Lo he aprendido de mi hijo.

Artículo de opinión 24/1/2022

La vida no se puede resumir en una frase

Las páginas de frases de motivación están que lo petan últimamente (perdonen el coloquialismo). La última que he leído: "Me encantan las personas que ante un problema buscan la solución y no el culpable". Tenía chorrocientosmil me gustas. Y si no me pongo a pensar más de 5 segundos en esa cita (creo que de La Vecina Rubia) yo también le diría que muy bien por ella. Pero a partir del sexto segundo ya empiezo a preguntarme otras cosas. ¿Es que vas a juzgar a una persona y te va encantar solo por eso? Piensen hipotéticas situaciones. ¿Y si el problema es que te han jodido el desembarco de cocaína y ahora la solución es buscar otro puerto extorsionando a un montón de gente? ¿Te sigue encantando esa persona? Pues así, todo. Hay frases que tienen chispa, pero tomarlas al pie de la letra es peligroso y dejarnos llevar por el exceso de motivación -si quieres, puedes- puede llevarnos más al precipicio que a la meta. Pero así es, en un mundo que cada vez piensa menos y busca la recompensa a corto plazo, aquel que es capaz de lanzar frases de este tipo cual metralleta, tiene seguidores, da charlas y vende libros.

Miren, cuando estoy leyendo un libro y leo una buena frase, me suelo detener, la releo, a veces la medito y hasta la anoto, pero solo queda como una cita literaria. Pero más allá del momento puntual, mis padres me enseñaron siendo muy pequeño que el único camino para conseguir las cosas es el trabajo, algo que yo mismo he comprobado con el tiempo, al menos es así para los que somos pobres. Si quieres, puedes, pero debes estar dispuesto a invertir toneladas de esfuerzo, solo así puede que puedas.

Incluso dando todo lo que esté en tu mano es posible que te la pegues. Este sábado ha sido localizado cerca de las Azores el cuerpo sin vida de Jean-Jacques Savin. El 1 de enero partió desde el sur de Portugal para atravesar el océano Atlántico en una embarcación a remo. No era el primer reto de estas características al que se enfrentaba este exmilitar paracaidista. En 2019 ya atravesó el Atlántico en un barco con forma de barril impulsado por el viento en una travesía de cuatro meses. Pero claro, ¡tenía 75 años! Buscaba burlarse de la vejez, parecía la hazaña perfecta, pero no la contará. Siento mucho lo de este hombre, pero nos hace recordar que las heroicidades pueden salir caras. No hablo solo de este tipo de hazañas, también de montar una empresa, realizar una inversión, comprarnos el coche que no podemos permitirnos, correr una ultramaratón o declararnos a la chica más guapa. Por favor, no confundan la vida con el cine.

¿Y qué me dicen de esos que lo tienen todo y terminan con final fatal? Incluso consiguiendo los objetivos que una persona se haya marcado también pueden quedar vacíos. La vida es tan amplia, tiene tantos recovecos y aristas, la mente humana es tal desconocida que todo tiene cabida.

Todo, lo bueno y lo malo, puede convertirse en un problema. No estoy hablando de que tengamos que conformarnos con lo que tenemos, pero sí de atrevernos a ser felices con lo que hoy está al alcance de nuestra mano. Todo lo demás son solo posibilidades que pueden pueden convertirse en realidad, sí, pero que hoy solo hacen quitarte el sueño. Pelea, pero no te confundas a la hora de dar valor a lo realmente importante. No me simplifiquen la vida con cuatro frases y no me hagan creer que todo es perfecto como en las cuentas de Instagram. Salgan a la calle y muerdan el polvo. Si quieren algo, dediquen horas, días, semanas y meses de trabajo. Pero tengan en cuenta que la cosa podrá salir bien, mal o regular y que lo única seguro es lo que tú eres ahora, en este justo instante.

Artículo de opinión 17/1/2022

La papelera está llena de verdades

¿Se preocupan de decir siempre la verdad? ¿Se sienten mal si alguna vez no son completamente sinceros? Si su respuesta es sí, quizá sea una especie en peligro de extinción. Un grupo de científicos de una universidad de Países Bajos y otra de Estados Unidos han descubierto que la verdad cada vez es más irrelevante. Este fenómeno no ha dejado de incrementarse en los últimos 40 años. Es decir, que a la gente cada vez le da menos importancia a que le mientan.

¿Y qué queda entonces en el discurso público si se le retira la verdad y la racionalidad? Al parecer, lo que gana terreno frente a lo verdadero es la emoción y la intuición. En cierto modo, es una buena noticia para quien sea capaz de actuar. Da igual lo que digas, empieza a ser más importante cómo lo digas. Da igual su procedencia, déjate guiar por la intuición y sácate un buen argumento de la manga, añádele una buena dosis de emociones, ponle pasión, haz reír o rabiar, pero no te quedes en un discurso plano y, si lo consigues, serás popular, con verdad o sin ella.

Si cada vez hay más empresas dedicadas a detectar noticias falsas y bulos es porque cada vez se difunden más mentiras. Para conocer todo esto no era necesario que viniera ningún estudio universitario a decirlo, aunque no está mal que se haya podido confirmar por parte de un estudio estadístico. Lo que sí me parece relevante es que nos estén tomando el pelo todo el rato y nos dé absolutamente igual.

Es también interesante conocer cómo en ese discurso público, ha empezado a cambiar el yo por el nosotros. Quien habla no lo hace solo en su nombre, sino que se reivindica como el portavoz de un colectivo que quiere, además, integrar al receptor, una de las claves de cualquier argumentación.

El problema es que el atropello de la verdad no lo está haciendo el bocachancla que habla en el bar al que solo escuchan los tertulianos de un momento concreto. Lo grave es que los que deberían dar ejemplo, aquellos que nos representan públicamente, de uno y de otro lado, están limpiándose el trasero con la verdad todos los días sin que después se atisben penalizaciones entre la opinión pública.

Si yo a veces me siento mal por ocultar algún dato o por pronunciar una mentira piadosa a nivel familiar sin repercusión, ¿qué tipo de conciencias tienen quienes lo hacen a gran escala y todos los días? Sea como sea, yo sigo confiando en que la verdad es siempre el camino correcto, el que a la larga evita más problemas y me hará dormir cada noche más tranquilo. Queridos lectores, defiendan la verdad y luchen por ella porque todo lo demás es entrar en terrenos peligrosos. Si nuestros mayores nos enseñaron aquello de "se pilla a un mentiroso antes que a un cojo", algo de razón llevarían, a lo que yo sumo que lo de que la vida es puro teatro solo queda bien en la canción.



Artículo de opinión 10/1/2022

Profe, tú la llevas

Lo fácil siempre es cargar contra la política, pero yo prefiero contarles historias como, por ejemplo, la de Felipe. Se llama Felipe como podría ser Lucas, Trinidad, Pedro o Carmen. Es director de instituto y durante el domingo ha recibido varios mensajes de profesores que no se incorporarán a clase por ser positivos en Covid19. También ha recibido algún mensaje de padres y madres porque sus hijos están en la misma situación o porque, simplemente, están preocupados y quieren tener información. Felipe podría haber desconectado el móvil porque seguía de vacaciones, pero no lo ha hecho.

Por otro lado está María o Darío o Lucía. Hay excepciones, pero el suyo posiblemente haya sido el perfil medio de actividad del niño español en estas navidades: se fue a la hamburguesería con los amigos tras el último día de clase, lo ha repetido varias veces más; ha tenido cenas familiares de Nochebuena y Nochevieja, ha visitado el parque en pandilla, estuvo en la cabalgata de Reyes e incluso ha participado en una fiesta de pijamas.

Con las cifras de contagios disparadas, con los hospitales a punto del colapso y con la atención primaria que ni se la ve ni se la espera, esta mañana Felipe y su mermado equipo de profesores tendrán que encargarse de la educación de toda una legión de Marías, Daríos y Lucías en un número unas 30 veces superior al de la "autoridad". Saben además que muchos padres serán inflexibles si a alguien se le ocurre bajarse la mascarilla un segundo, si la distancia de seguridad se reduce algún centímetro, si se escucha un estornudo mal dirigido, si hay un gel de manos que se gasta o hay una ventana abierta menos de lo debido... cualquier cosa será tomada como prueba irrefutable de que la culpa de los positivos que puedan darse ahora en los centros docentes será de los profesores, siendo Felipe y los suyos el centro de las críticas, aunque el foco pueda estar fuera.

Si es padre o madre de alumno en edad escolar tenga en cuenta que en el peor momento de contagios de la pandemia, las herramientas con las que cuentan los centros educativos para afrontar la crisis siguen siendo, no las mismas que en el comienzo del curso pasado, sino menores, ya que hubo refuerzos Covid que no se renovaron en septiembre, se eliminó la semipresencialidad, se ampliaron ratios y ahora habrá bajas que no se cubrirán o tardarán en hacerlo. Además, la atención que los distritos sanitarios podrán dar a colegios e institutos va a ser más lenta teniendo en cuenta la saturación, por no hablar de que instrumentos como tests de antígenos no se han visto ni en caricatura. Eso sí, sepa que, pese a la precariedad de medios, se hará todo lo posible por evitar contagios.

Pero sobre todo, piense que si la salud es fundamental, el profesor de su hijo es un profesional, pero de la educación, y es de lo primero que se tiene que ocupar, aunque muchas veces la labor, y sobre todo en los últimos tiempos, parezca de vigilante de seguridad o técnico de prevención. En definitiva, profe, tú la llevas, te vuelve a tocar ser el "tapavergüenzas" de la administración.


Artículo de opinión 3/1/2022


Esto es España... ¿para qué hacerlo bien?

El minuto de las uvas de Nochevieja es el momento más visto en la televisión de todo el año. Justo después o incluso durante ese momento, se puede emitir publicidad que debe ser carísima. ¿Será el programa de más calidad el que gane para cobrar más? Jeje, ya saben la respuesta. Por primera vez en la historia, La 1 ha perdido su liderato. Antena 3 le sacó casi 3 millones de espectadores de ventaja, mientras que el resto de cadenas se quedaron muy atrás. ¿Fue por la calidad del formato del canal de Atresmedia? Ya saben la respuesta. Fue únicamente por un vestido, por un anuncio de vestido, de puesta en escena, cuerpo o cabeza, que pese a que empieza a oler a la nactalina del "otro año más" ha roto las estadísticas.

Se podrían hacer muchas cosas para hacer televisión de calidad en ese momento: conexiones con toda España, testimonios de gente en la calle, desvelar una exclusiva, impresiones de personajes de relevancia, reflexiones de lo que está por venir, buenos chistes, ofrecer momentos entrañables, coreografías de calidad plástica y musical o incluso dar protagonismo a quien no lo tiene durante el resto del año. Sin embargo, ninguna televisión propone algo diferente a mostrar sus caritas de turno haciendo un paripé que todos esperan que pase lo antes posible. Y aquí, la más cutre es la que se lleva el pato al agua, cutre espectáculo circense, el de la mujer metálica y calva. Eso sí, la más cutre elevada a lo celestial mediante el viejo marketing de generar expectación con el aliño de un discurso para levantar al respetable.

Esta semana sigo sintiéndome un bicho raro porque ni vi a la Pedroche en directo, ni pongo durante todo el año Telecinco y el que creo mejor informativo de este país es el Telediario 2 que presenta Carlos Franganillo, el cual parece no gustar a las audiencias. Soy quizá uno de los últimos admiradores de la televisión de contenido (sí, también veo Página 2). Y lo de la televisión en España no es más que el reflejo de lo que ocurre en otros muchos sectores: vídeos más vistos en internet, música más escuchada o libros más leídos.

Ya lo sabía, pero es que empieza a ser una goleada. El éxito de audiencia no se corresponde con la calidad de un contenido, incluso nos acercamos a lo inversamente proporcional. Pongan una cara bonita, un buen anuncio y denle bombo, lo que venga a partir de ahí ya dará igual porque habrán enganchado al público y lo único que podrá pasar es que surjan muchos memes, pero oiga, hasta eso es de agradecer.

Un día dejé de ser periodista para dedicarme a la docencia. ¿Cómo analiza esto un profesor? La defensa del esfuerzo y del hacer las cosas bien para lograr objetivos y obtener recompensas se ve desmontada en este país todos los días, pero para colmo está lo del último minuto del año. Sea como sea, feliz 2022.


Artículo de opinión 27/12/2021

¿Y por qué me sigo sintiendo raro?

Leo -nunca mejor dicho- demasiado optimismo en el mundillo de los libros por el crecimiento de las ventas en 2021. "Nadie lo esperaba y tampoco le encontramos una explicación", dicen los libreros. Pero entonces, ¿por qué me sigo sintiendo el raro de mi barrio cuando saco un libro y me pongo a leer en el parque, en la sala de espera del dentista o en la lavandería? Expondré algunos datos y los mezclaré con gaseosa.

Las ventas de libros en España van a sumar en 2021 un crecimiento del 25% respecto al año pasado, que tuvo todo el periodo de cierre por el confinamiento. Respecto a 2019, el aumento es del 20%, prefiero quedarme este. Antes del confinamiento, los lectores frecuentes eran un 50%, y ascendió hasta el 54% con la reclusión. Es decir, el número de lectores asciende un 4%, pero las ventas lo hacen el 20%. Primera conclusión: somos los que ya leíamos los que compramos mucho más. Lo hacemos porque o leemos más (nos hacemos más friquis, más raros todavía) o porque no nos fiamos de otras fórmulas como sacar libros de la biblioteca o prestarnos los libros entre nosotros.

Otro dato que aparece en la noticia de esta semana es que las plataformas de vídeo llegan ya al 52% de la población y esto sí que es para preocuparse. El libro impreso lleva once siglos inventado para llegar al 54% de la población y la tele por internet, en unos pocos años, casi lo ha igualado. Si la lectura ha crecido en esta época difícil para las relaciones en la calle, el consumo de formatos audiovisuales le gana por goleada.

Hay ocasiones en las que no solo hay que vigilar el bolsillo propio, tampoco está de más mirar cómo le va al vecino. Si nos ponemos a comparar, creo que el crecimiento lector era esperado cuando no se puede salir de casa, pero ni mucho menos está a la altura del de otras industrias de entretenimiento.

Podía quedarme con algún otro rayo de luz como el crecimiento de los lectores jóvenes o con el sentimiento de comunidad cada vez más arraigado que tenemos todos los apasionados de los libros. Se está trabajando en buena dirección, pero hay que apuntar más alto porque no soy capaz de quitarme de encima la sensación personal de que, cuando me salgo de mis círculos de adictos a la lectura para adentrarme en la vida real, sigo siendo el oasis de papel en un desierto de pantallas.

Artículo de opinión 20/12/2021

Resurrección

Si han pedido regalos para estas Navidades, probablemente hayan pensado en aquello que es posible que alguien les pueda comprar o conseguir. En este mundo con exceso de realismo, a pocos se les ocurre pedir como regalo de Reyes lo imposible. Como mucho, quizá lo más arriesgado en lo que pensamos sea el deseo de que nos toque la Lotería. Quizá deban tener más confianza. Leía esta semana que 18 pacientes con mieloma múltiple, un cáncer de la sangre incurable, han visto remitida completamente su enfermedad tras la aplicación de un tratamiento experimental en el Hospital Clinic de Barcelona. Es decir, con ellos, lo que parecía imposible, se ha conseguido.

No ha sido ni suerte ni magia, sino investigación. El ARI-0002h, que es como se denomina la terapia, toma su nombre de Ariana, una chica que falleció con 18 años que ayudó a impulsar la investigación de la enfermedad antes de fallecer. Esta terapia forma parte de una nueva generación de tratamientos que ya comercializan dos farmacéuticas al precio de 300.000 euros. En este hospital público pensaron que se podían desarrollar a un coste más bajo, y así fue, porque el ya autorizado ARI-0001 -anterior al tratamiento experimental actual- cuesta 90.000 euros. ¡Ay, lo público!

Este hospital de Barcelona es público ¿lo he dicho ya, no? y es uno de los centros de investigación más relevantes de Europa, estando ligado a la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Sin embargo, es un centro hospitalario que ha sufrido y sufre los mismos problemas que toda la sanidad pública en estos tiempos complicados. En concreto, en el Clinic hay además serios problemas de espacio para desarrollar su labor investigadora junto a su día a día en la atención.

Con más o con menos espacio, pero con toda la profesionalidad, ha quedado demostrado que no cesan en su empeño. Con uno de los pacientes en los que se ha obrado el milagro de la investigación, Joan, de 67 años, se emprendía el quinto tratamiento a la desesperada, fue una última oportunidad cuando todo parecía perdido. "Yo, en otros países, y no me refiero al Tercer Mundo, ya no estaría aquí", dijo a la prensa. ¿Comprenden ahora el título de este artículo?

En estos tiempos en los que tanto se habla de una única enfermedad de la que será la investigación la que nos salve, la ciencia tiene múltiples campos abiertos que las administraciones no pueden olvidar. Sé que hay que priorizar, pero si España con una inversión en ciencia alejada de las grandes potencias obra tan habitualmente noticias de este tipo, me hace pensar que se puede conseguir mucho más. 18 de los 30 pacientes que recibieron el ARI-0002h han conseguido esta resurrección y puede que a partir de ahora sean muchas más. Ellos se llevaron la mala suerte de caer en las redes del cáncer, pero ahora estuvieron en el lugar y en el momento apropiado para obtener la solución. Es decir, para bien y para mal hubo una buena porción de azar. En salud, es la investigación lo que convierte la suerte en seguridad, seguridad que se gana con profesionales y equipamientos, es decir, con inversión. Señores políticos, en la semana de la Lotería, que no se les olvide que una buena porción de los impuestos debe ir a nuestros investigadores, es lo que pido estas Navidades, aunque también parezca imposible.

Artículo de opinión 13/12/2021 

¿Llegamos tarde? 

A través de voluntarios en un centro comercial, en plena calle, en programas de radio y televisión, por redes sociales... Cada año, cuando se acerca la Navidad, se intensifican las acciones solidarias: recogidas de alimentos, de juguetes, fondos para esta o aquella causa... Me parece loable la labor de las personas que trabajan en torno a esto, pero no perdamos el foco: ¿Es lo mejor que podemos hacer para aliviar los problemas?

La palabra solidaridad significa "adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros". Y es verdad, todas estas campañas navideñas suelen suponer una colaboración puntual, circunstanciales, corremos el riesgo de ofrecer nuestras migajas en un momento concreto del año y después olvidarlas. Aportar en Navidad no supone redimirnos de la pasividad durante todo un año. En la mayoría de los casos, estaremos poniendo parches, aquello del manido dicho del "pan para hoy, pero hambre para mañana".

Quizá no esté de más, de vez en cuando, mirar lo que hay detrás de todas estas campañas solidarias. ¿Para quién se recauda? Familias pobres, niños pobres, afectados por la enfermedad, problemas en otros países... ¿Y qué se hace en la raíz para que esas familias no lleguen a la pobreza?, ¿para que se vean sin cena una noche cualquiera?, ¿para que esos niños no tengan juguetes?, ¿para que los pacientes de una enfermedad no estén cubiertos?, ¿para que en un determinado país la gente muera de hambre o tenga que jugarse la vida cruzando el mundo?, ¿qué medidas de prevención y formación se han tomado antes?

Posiblemente, la prevención a todos estos problemas no esté en la mano de los particulares, al menos no individualmente, pero tampoco se trata de mirar para otro lado y, de vez en cuando, hay que recordar que es mejor prevenir que curar, es mejor trabajar en el inicio de la cadena que en su final. Quizá es que todo esto muchas veces se aleja de las agendas de actualidad entre tanto ruido, quizá también se aleje de nuestra propia agenda si a nosotros hoy las cosas nos marchan bien.

Cuenten conmigo si hay una causa solidaria en la que pueda ayudar, pero aquí también habrá una persona que prefiera la acción social con antelación y que recordará que cuando se recurre a la solidaridad es ya tarde pues existe una situación, una persona o grupo de personas a las que el sistema ha dado la espalda en su derecho de garantizar las mismas oportunidades para todos.