Cómo se gesta una novela | La trastienda del escritor de Pepa Roma

06.11.2023

Una lluvia de aportaciones de escritores sobre el proceso de escritura. Algunos de los autores más reconocidos mostrando la gestación de sus obras. Así es La trastienda del escritor de Pepa Roma. Este libro de 2012 explora la vida y obra de los escritores, su proceso creativo, y cómo conciben y gestionan sus novelas. Aunque el libro tiene ocho capítulos, podemos dividirlo en tres grandes temáticas para abordar la vocación, el oficio y las glorias y miserias. Aunque lo que más interesa en cuanto a la formación de escritores es la parte central y el capítulo 5 titulado "Cómo se gesta una obra", resaltaremos otros contenidos.

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La autora de La trastienda del escritor: Pepa Roma

Pepa Roma es una escritora y periodista que ha publicado numerosos títulos entre novela, ensayo y relato. Ha sido ganadora de los premios Azorín y Andalucía de novela. Como periodista, ha trabajado en países árabes y ha entrevistado a líderes políticos como Nelson Mandela o el Dalai Lama.

Analicemos los principales puntos del libro La trastienda del escritor:

La importancia de leer

Sin leer sería imposible escribir, pero leer no garantiza ser escritor, hay algo más. Es imprescindible conocer la cultura literaria, pero no todo se aprende en los libros.

Para Roma, el alimento de los libros es irreemplazable. Además, resulta útil leer los libros donde escritores hablan del proceso de creación literaria, pero el tramo decisivo debe andarse solo. En definitiva, no hay libro que pueda enseñarnos lo que solo se aprende en la práctica de la propia escritura.

La singularidad del escritor

Como aspecto general, pero no excluyente, los escritores suelen ser personas noveleras, fantasiosas y con un puntito rebelde. Muchos reconocen ser niños raros, incluso algunos se desmarcan de la educación formal. Me llama la atención esta cita: "Y es que buena parte de la tarea del escritor consiste en resolver la diferencia, aquello que le separa de los otros, que casi siempre es lo que más le hace sufrir y obsesiona, lo que significa una búsqueda continua de las claves de la propia existencia".

La adolescencia es el momento en el que se forman más vocaciones literarias y surge el diario como una especie de primera obra autobiográfica. Sin embargo, para escribir no hay edad y a veces la vocación surge a edades avanzadas.

La importancia de vivir

Hay escritores que terminan su primera novela, pero se dan cuenta de que está demasiado verde. Es entonces cuando se dan una vuelta por la vida, se sumergen en experiencias vitales y retoman la actividad. Lo hicieron, entre otros, José Saramago. Su vuelta por la vida duró unos 20 años. Además, hay personas que se hacen escritoras por azar al recibir el impacto del mundo. Uno de estos autores que recibió el impacto de viajar y se hizo escritor fue Quim Monzó. Estuvo por Vietnam, África o el Índico y todo cambió. Se define viajar como recorrer un espacio que nos extraña y maravilla, despierta nuestros sentidos y la imaginación. Aquí surge la unión de viaje y lectura sin que tenga que ser necesariamente a través de la literatura de viajes.

Otras veces, la llegada a un lugar lejano despierta la nostalgia del hogar como ocurrió con García Márquez que en París escribió El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora. Vargas Llosa también escribió en París La ciudad y los perros.

No obstante, tampoco el viaje lo es todo, ya que hay escritores que no han salido de su casa como Kafka.

La propia vida en los libros

Aunque no se hable de la vida propia, en los libros de un autor siempre hay influencia de sus vivencias. Hay autores como Saramago que rehuyen de que se hable de la vida propia y otros que dicen que toda novela es autobiográfica. Pepa Roma destaca que hay novelas en la frontera y otras que hacen patria literaria. Tendríamos tres distancias en la distinción entre vida y obra:

"Yo puedo inventarme totalmente cómo es un personaje, pero lo que está sufriendo o amando yo no me lo invento. Solo me es posible hacerlo así porque yo misma he vivido antes ese amor o sufrimiento".

Ana María Matute

Empezar a escribir: la necesidad de desdoblarse

Al comenzar, e incluso durante toda la trayectoria, lo normal es cometer errores. Pero estos solo sirven si eres capaz de reconocerlos. El primer manuscrito es el que más errores tiene y hay que aceptarlo. Esa aceptación va a depender de la capacidad para desdoblarse. Es decir, se debe escribir y después leer lo que hemos escrito como si fuésemos un extraño que aprecie los aciertos y los errores.

La revisión que el autor debe realizar de su obra no consiste tanto en revisar palabras y corregir el manuscrito gramaticalmente. Hay que formular preguntas sobre el tema, el comienzo y el final o los personajes. Si no sabemos responderlas, la lectura no ha sido provechosa o algo falla. Según David Bradley, es algo vital: "Aprender a mirar una pieza y ver qué es lo que hay que añadirle".

Junto a nuestra doble mirada, siempre es bienvenida la mirada de los demás, mientras más críticos mejor, sobre todo en los primeros tiempos.

El sanctasanctórum

El escritor debe ser capaz de desconectar de su entorno y meterse de lleno en la historia que está escribiendo. Mientras menos interrupciones, mejor.

No hace falta un lugar bonito o especial, solo un lugar donde escribir. Sí es verdad que hay quien sí se hace casas a medida para escribir como Armas Marcelo, Rosa Regás o Fernando Sánchez Dragó. Sea como sea, dotarse de un espacio propio es sentirse escritor, un lugar específico donde solo escribes, algo así como la habitación propia de Virginia Woolf. No obstante, para Almudena Grandes o Espido Freire no hay reglas en eso. De hecho, Grandes compartía despacho con Luis García Montero. Cada escritor tiene sus obsesiones, sus herramientas y sus objetos personales. Faulkner era tajante: "Todo lo que necesito es un sitio". De hecho, hay muchos escritores viajeros que escriben en hoteles.

La disciplina

Tampoco hay unanimidad en esto. Para muchos, es necesario levantarse a escribir como quien se levanta para ir a trabajar. Sin embargo, los hay que esperan a que las ideas vengan, es decir, esperan la visita de la inspiración como Augusto Monterroso. Para Faulkner, el ideal es una mezcla de talento, disciplina y trabajo. En uno y en otro caso, siempre aparecerán excusas para no escribir, de ahí que para vencer las resistencias sea necesario generar hábitos y rituales. A lo largo de la historia, muchos recurren al alcohol y a las drogas para lograr el estado anímico adecuado, pero esos escritores, al tiempo, se terminan dando cuenta de su efecto destructivo. Sea como sea, el escritor está muy solo, la soledad parece algo propio de la escritura y puede pesar.

"La soledad es la grandeza y la miseria de este oficio. Una cosa fundamental para ser novelista es aprender a gestionar la soledad. La duda y la soledad son el lugar natural del intelectual y el creador. El proceso de reflexión es siempre solitario. Pero los novelistas somos los artistas que estamos más solos de todos. Porque puedes estar años sin terminar una novela, solo con algo que no es nada, que no existe".

Almudena Grandes

Cómo se gesta una obra

Estrategias para romper el maleficio de la hoja en blanco:

La obra literaria pasa por varias fases:

1. El fogonazo inicial

Es la idea que surge en cualquier lugar y momento. Cada novela surge de una forma diferente: ves a alguien, escuchas una conversación, lees una noticia y la imaginación se dispara.

2. ¿Por qué una novela? 

El género suele presentarse con esa idea inicial porque el tema lo requiere. Hay diferencias entre escribir una novela y escribir un cuento. La novela es como pegar ladrillos, mientras que en un cuento son esenciales la intensidad y la unidad interna; el lector debe imaginar el antes y el después, mientras que en la novela está todo.

3. La técnica

No hay que preocuparse tanto por la técnica. Cada escritor debe aprender la suya propia.

En materia de técnica, Pepa Roma expone el modelo de Saramago de proyecto a largo plazo.

Hay quien simplemente tiene la idea e inaugura un cuaderno para esa novela, desarrollando la idea en ese cuaderno y va tomando notas.

4. El arranque 

Es lo más complicado, lo que más cuesta a los escritores. Hay que dar con el tono y el punto de vista. Puedes tener el argumento, las escenas, los personajes, pero ¿cómo lo cuentas? Esa forma de contarlo debería estar presente desde el inicio de la novela.

5. El narrador

Es la pieza que permite al escritor separar lo que es de lo que cuenta. Este instrumento puede usarse de distintas formas. El autor puede introducirse en la narración, pero es necesario diferenciarlo para no perder la ilusión novelesca.

6. El final, para empezar

Depende de cada escritor, pero hay quien necesita conocer el final para encaminar la escritura. A otros se le aparece durante la escritura

7. El tema

Está relacionado con el enigma o cuestiones vitales, existenciales o filosóficas que la narración se propone resolver. Es decir: ¿qué quieres mostrar y resolver? No hay que confundir el tema con el argumento que es el vestido que el autor configura a medida del tema. De hecho, un argumento que no profundiza en un tema es un error. Una forma de hacerlo es elegir un personaje, profundizar bien en él y elegir los temas que mostrar desde su punto de vista. Para que una novela funcione debe ser como un planeta que gira en el cielo con sus propias leyes y trayectorias.

8. Intuición o planificación con detalle

Hay dos tipos de escritores.

9. Personajes de novela

Podemos encontrar protagonistas de dos tipos. Los que siguen un arquetipo humano general o los que tienen vivencias específicas y están adaptados a cada argumento. Si se unen los dos estilos, será un gran logro, es como suelen darse los personajes inolvidables. Hay historias que se construyen desde los personajes. En mi opinión, es lo que hay que hacer, ya que los personajes emocionales consiguen conectar con el lector. Es cierto que no hay formas puras: cada novela tiene su forma de trenzar personajes y argumento. Para Faulkner, hay tres características que deben cumplir los protagonistas

Estos personajes creíbles suelen tener como punto de partida personajes reales, aunque sea para algunos rasgos específicos. Además, hay que tener en cuenta que no se debe diseñar solo el personaje, también es importante ofrecer la interacción y conexión con su entorno.

10. Un tiempo y un lugar

Con el personaje decidido, hay que situarlo en el tiempo y lugar donde mejor funcionará. Para establecerlo podemos tirar de documentación sobre ese tiempo y lugar sin caer en el exceso. El espacio y el tiempo deben potenciar la credibilidad de la historia y desprenderse de lo postizo y recargado para centrarse en lo justo para que lo haga creíble.

11. El estilo

Debe ser depurado, tender a lo sencillo. Según Azorín, hay que colocar una cosa y después otra, nada más. Las máximas son sencillez y fluidez. Para ello, el escritor del 98 aboga por más verbos que adjetivos, oraciones cortas y bien ordenadas. Su lenguaje era nítido y transparente con la intención de que el estilo pasara desapercibido. Por su lado, Borges habla de las siguientes astucias con el lenguaje:

En esta línea se expresa el poema de Borges "Condensar": no decir más que lo esencial. Hacer del poema un todo vivo y orgánico en el que cada línea sea la acabada síntesis de una sensación de una impresión del mundo externo y espiritual. En los escritores jóvenes sobran palabras e ideas, se dan demasiados detalles. Es más importante usar palabras clave, aquellas que dicen mucho y evocan.

Una vez que se tiene el argumento, los personajes, el punto de vista, el uso de la información, el estilo, cuando todo fluye, se suele llegar a un momento de euforia creadora en el que no hay horarios. 

"Debes saber que cuando la escritura avanza bien es algo mejor que el sexo; que muchas delicias impredecibles te esperan, sea en la página cinco o cincuenta... que las voces que oirás son aterradoras pero irresistibles; que con esfuerzo, mejorarás; que el mundo te revelará sus secretos; que estarás impulsado por algo que ni siquiera sabías que conocías; que, irónica y necesariamente, no estarás satisfecho con nada de lo que produzcas".

Lee K. Aboot

Aunque tan pronto como viene esta euforia creadora, se va y llega el parón, pero si se insiste, se supera. Así, ¿Cuánto se tarda en escribir una novela? Desde un mes a un siglo. Las buenas novelas son el resultado de un trayecto que el escritor recorre de cabo a rabo sin saltarse estaciones ni dejar borrones por el camino. Y dentro de esto, hay quien necesita más tiempo que otros.

De la corrección a la obsesión

Una vez que se termina de escribir, hay quien hace de la corrección una obsesión. Algunos reescriben o hacen varias versiones. Prescindir de lo que sobra es un consejo útil, ya que la novela gana densidad. También es bueno dejar reposar el borrador un tiempo.

Pensar en la huella

Cuando sales del cine o del teatro, hay dos tipos de reacciones. Una posibilidad es que la gente sale hablando mucho, pero al día siguiente ya no se acuerda. La segunda opción es que la gente sale callada, pero la obra ha sembrado una inquietud y dudas que ya harán que no olvide lo vivido, es decir, conmueve. Debemos buscar la segunda reacción.

Publicación y proyecto literario

A partir de la finalización de la obra, la publicación es pasar el rubicón, es decir, lo que hace sentirse verdaderamente escritor, pero hay miedo al fracaso y, por lo tanto, a exponernos a los demás. En cuanto a ello, es importante tener un estilo reconocido y reconocible y ser conscientes de que el ideal de perfección no existe.

Se suele decir que escribir la segunda novela es incluso más difícil que la primera. Es bueno hacerse una idea de proyecto literario. Es decir, no tomarse cada libro como obras independientes, sino pensar en libros que se vayan apoyando los unos a los otros.

En los últimos apartados del libro se habla del contacto entre escritores, del mercantilismo editorial actual, de la falta de limpieza de los premios literarios, del reiterado anuncio de que la moda de la novela está ante su final o del compromiso de los novelistas para denunciar los problemas de la sociedad.