Así fue la muerte del poeta Miguel Hernández

26.01.2024

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 1910) es un poeta que en los temarios de Literatura queda en tierra de nadie y que, por lo tanto, no se estudia lo suficiente. No se incluye en la Generación del 27, al ser más joven, y tampoco en la literatura de después de la Guerra Civil, ya que falleció en 1942. Incluso para su legado literario, Miguel Hernández mantiene la mala suerte que condicionó su vida. Falleció con 31 años, sufrió la muerte de un hijo de 11 meses, la de su mejor amigo siendo muy joven y un duro encarcelamiento marcado por la enfermedad y el hambre de su mujer y su otro hijo. 

En este post me gustaría centrarme en cómo fue este cúmulo de circunstancias adversas y en la poesía resultante. No obstante, aquí tienes el vídeo donde resumo biografía y obra del poeta alicantino.

La muerte de Ramón Sijé

Uno de los primeros reveses que sufre Miguel Hernández fue la muerte de su amigo y compañero de inquietudes literarias Ramón Sijé. Este era el seudónimo que había adoptado José Marín Gutiérrez, estudiante de Derecho y ensayista que falleció con 22 años, en 1935, y a quien le dedicó su extraordinaria Elegía, que provocó la admiración de Juan Ramón Jiménez.

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

La muerte de su primer hijo

Antes de que llegara al mundo su hijo Manuel Miguel, a quien el poeta dedicó las Nanas de la cebolla, Miguel Hernández y Josefina Manresa tuvieron otro hijo, Manuel Ramón. Falleció con solo 11 meses por una infección intestinal. A él le dedicó el poema Hijo de la luz y de la sombra, el cual termina así:

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo.

Detención y prisión para Miguel Hernández

Concluida la guerra, en abril de 1939, una comisión depuradora franquista ordenó la destrucción de El hombre acecha, libro de Miguel Hernández que se había terminado de imprimir en Valencia. El poeta ha vuelto a Orihuela, pero allí corría mucho riesgo. Miguel Hernández está en una lista de intelectuales elaborada por Pablo Neruda para que puedan exiliar a Chile. Hernández no quiere separarse de los suyos. Decide irse a Sevilla para cruzar la frontera de Portugal, pero es detenido en Rosal de la Frontera (Huelva). Desde allí lo trasladan a la prisión de Huelva. Estando allí, su mujer Josefina Manresa le envía una carta donde menciona que solo tenía pan y cebolla para comer y es cuando Miguel Hernández compone las Nanas de la cebolla

.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

En Huelva solo estuvo nueve días, pero fue maltratado. Desde aquí lo trasladaron a Sevilla y después a la cárcel de Torrijos (Madrid). Pablo Neruda hizo unas gestiones y salió en libertad sin ser procesado por un error burocrático.  De nuevo en Orihuela, fue delatado y detenido. Ingresó en la cárcel del Conde de Toreno en Madrid donde pasó por el Consejo de Guerra que dictaminó la condena a muerte por su adscripción antifascista y por abanderarse como poeta de la revolución.

El escritor y editor José María de Cossío interviene por la causa de Miguel Hernández y consigue que conmuten la pena de muerte a 30 años de cárcel. Al dramaturgo Antonio Buero Vallejo le sucede lo mismo. Con él comparte algunos días de prisión y retrata al poeta. 

Miguel Hernández fue trasladado de cárcel en varias ocasiones y comenzó a enfermar. En la de Palencia padeció neumonía que se agravó en el penal de Ocaña con una bronquitis. Su estado empezó a ir a peor. Terminó en Alicante donde su familia pidi´po que se le trasladara a una cárcel sanatorio para poder mejorar, ya que tenía problemas pulmonares y en la prisión apenas recibía tratamiento. El obispo Luis Almarcha ofreció a Miguel Hernández esa posibilidad, pero a cambio de que se retractara de lo dicho y lo escrito y de que se casara con Josefina Manresa de forma canónica. Miguel Hernández no se retractó, aunque el 4 de marzo de 1942, 24 días antes de morir, se casó con Josefina en la propia enfermería del penal. También durante aquellos días, cuando ya estaba muy enfermo, conoció a su hijo Manuel Miguel.

La muerte de Miguel Hernández

Miguel Hernández falleció en la enfermería de la prisión de Alicante a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942. Los presentes indicaron que no pudieron cerrarle los ojos. Josefina Manresa lo había visto la tarde anterior y recibió la noticia por la mañana. Solo cinco personas, entre ellas su mujer, acompañaron al poeta en su funeral. Fue enterrado el 30 de marzo en el cementerio de Alicante y tuvo que darse una colecta entre escritores con la participación de Camilo José Cela y Vicente Aleixandre para adquirir una lápida de mármol.

Un amor apenas disfrutado

Josefina Manresa, "su querida Josefinilla" fue la pasión de Miguel Hernández. Se conocieron en 1933 en la feria de Orihuela y formalizaron su noviazgo en 1934. Se casaron por lo civil en 1937, pero por la Guerra Civil, Miguel pasó la mayor parte del tiempo lejos de casa. Después los separó la prisión. De hecho, apenas pudieron convivir unas semanas juntos, aunque eso no pudo evitar el enorme amor entre dos personas muy sencillas. Josefina Manresa era andaluza, de Quesada (Jaén). Tras la muerte del poeta, Josefina se dedicó a conservar su legado hasta que falleció en 1987.

Tus cartas son un vino
que me trastorna y son
el único alimento para mi corazón.

Desde que estoy ausente
no sé sino soñar,
igual que el mar tu cuerpo,
amargo igual que el mar.

Tus cartas apaciento
metido en un rincón
y por redil y hierba
les doy mi corazón.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme, paloma,
que yo te escribiré.

Cuando me falte sangre
con zumo de clavel,
y encima de mis huesos
de amor cuando papel.

Bibliografía

https://www.rtve.es/play/audios/documentos-rne/10-10-23-documentos/909283/

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/antonio-buero-vallejo-y-miguel-hernandez-un-poema-dos-dibujos-y-algunos-textos-en-prosa-1129772/html/ec28c12a-54f0-46e0-8890-208ce53cbe54_3.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Hern%C3%A1ndez