La loca de la casa de Rosa Montero

12.12.2023

Este libro no es un manual de escritura, pero sí un libro sobre la escritura. Junto con La locura de no volver a verte y El peligro de estar cuerda, La loca de la casa, título de 2003 reeditado en 2023, es una mezcla de ensayo y novela con el que comienza una trilogía. Eso sí, en este libro híbrido se habla mucho de escritura, especialmente de la mente de los autores y de lo que a un escritor se le pasa por la cabeza o marca su vida y su obra. Lo hace con un fuerte contenido autobiográfico y con muchas anécdotas de grandes escritores fruto del gran bagaje cultural de la periodista.

¿Quién es Rosa Montero?

Rosa Montero es una de las plumas españolas más importantes de la actualidad y de los últimos 30 años. Nacida en Madrid el 3 de enero de 1951, mostró un profundo interés por la escritura desde temprana edad, redactando su primera novela a los cinco años. Estudió periodismo y psicología en la Universidad Complutense de Madrid, y comenzó su carrera periodística en 1970. Trabajó para varios medios antes de unirse al periódico El País en 1976. Montero se especializó en entrevistas, aportando un estilo literario único al género. Como escritora, ha publicado numerosas novelas, cuentos y ensayos. No obstante, a Montero le gusta unir el rol de escritora y periodista, ya que cree que es simplemente escritora cuyos géneros practicados son narrativa, ensayo y periodismo. Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha recibido varios premios, incluyendo el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2017. En 2022, fue galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

La loca de la casa

El escritor está dominado por una fantasía continua y atronadora en su mente. En todas las personas hay una obsesión por crear historias. Seamos o no seamos escritores, como mínimo nos interesa construir mentalmente la historia de nuestra vida. Lo sintetiza Rosa Montero en la siguiente cita:

"Los humanos somos, por encima de todo, novelistas, autores de una única novela cuya escritura nos lleva toda la existencia y en la que nos reservamos el papel protagonista".

Para que alguien se convierta en escritor necesita reconducir esas ideas o actividad mental hacia la escritura. En La loca de la casa, Montero indica que las novelas surgen de algo ínfimo, ella lo llama el huevecillo. De todos esos huevecillos, de esa variedad de personajes que el escritor es dentro de sí mismo, hay que elegir historias, ideas y personajes para que arraiguen hasta la novela.

¿De dónde parte la escritura?

En sus distintos capítulos e insertando anécdotas personales junto a historias de otros autores, Montero hace una exposición por temas en torno al nacimiento de las ideas que conducen hacia una novela. La escritura puede tener procedencias múltiples.

El miedo

Existe un miedo a escribir porque una vez que empiezas a contar una historia quedan otras muchas sin contar o muchas ideas de esa misma historia sin plasmar. Rosa Montero dice que cuando escribes, la idea se encarcela, se deteriora y se mutila. Además, temes machacar tu idea redactándola de una manera de mediocre. A veces, el escritor parece que tiene una idea con la verdad universal en la punta de los dedos, pero después se difumina.

Este miedo se relaciona con la búsqueda de la calidad literaria, pero esto es un valor muy subjetivo, ya que nadie asegura que una novela que escribes va a ser buena o tendrá éxito. 

"Escribimos en la oscuridad, sin mapas, sin brújula, sin señales reconocibles del camino. Escribir es flotar en el vacío".

Montero ve absurdo que la única medida del valor de un libro sea la cantidad de copias que vende como parece ocurrir en la actualidad.

El recuerdo

Escribir es un ejercicio de rememoración, explícito o no, cada escena y personaje tiene una dosis de recuerdos personales.

La discrepancia

Según Gabriel García Márquez el escritor escribe porque está en discrepancia con el mundo. En este desacuerdo surgen historias.

La necesidad de reconocimiento

El escritor necesita reconocimiento para no sentirse fracasado porque entonces se vuelve loco, un enfermo. De hecho, hay casos de buenos escritores que no escriben obras populares en vida y eso los lleva a la insatisfacción como le ocurrió a Herman Melville, autor de Moby Dick. No obstante, Rosa Montero avisa de que el fracaso enferma y mata, pero también el éxito y el poder como le sucedió a Truman Capote.

Los sueños

A veces la literatura sale de los sueños o de un arrebato. Montero cree que los sueños y la literatura surgen en un lugar similar, de otra vida, de una realidad paralela. Hay escritores que han conversado con el yo de sus sueños o que han ido forjando en sueños las historias que después han escrito.

El amor

Muchos escritores arrancan su proceso de escritura a consecuencia de conocer el amor o el desamor. Hay que aprovechar las emociones para la literatura. Esto no quiere decir que haya que exponer vivencias personales, pero sí emociones que uno ha podido sentir y que se proyectan en personajes literarios.

La barbarie

Las dificultades escriben páginas soberbias. En los momentos más terribles de la historia, algunos escritores han conseguido describir con palabras lo que ocurría para que quedara constancia. Por ejemplo, lo hizo Klemperer en el Holocausto judío. Rosa Montero cree que escribir es una salvación:

"Cuando todo lo demás falla, cuando la realidad se pudre, cuanto tu existencia naufraga, siempre puedes recurrir al mundo narrativo".

La lectura

Una base de la escritura, sino el pilar y sustento principal, es la lectura. De hecho, ante la pregunta ¿Qué preferiría? ¿Dejar de escribir o de leer? El 90% de los escritores contestarían dejar de escribir, ya que no leer es la muerte instantánea. Los que contestan dejar de leer son escritores ególatras más interesados en la fama que en escribir buenos libros.

La documentación

En su faceta de escritora de reportajes periodísticos, Rosa Montero destaca que en el proceso de documentación, la novela se parece al periodista que busca información. De hecho, el reportaje periodístico puede alcanzar cotas de calidad literaria como un libro. También hay que evitar en la narrativa los excesos de documentación para no desviarse del objetivo.

UN ERROR: utilitarismo y militancia

Es un ejemplo de traición a la función de la narrativa. Rosa Montero indica que escribir para dar un mensaje ideológico va contra lo que debe ser el sentido de la literatura: la búsqueda del sentido para aprender y saber. Advierte de que más de un buen autor se ha echado a perder por su afán doctrinario. En La loca de la casa, Montero aborda este sentido partiendo sobre la no existencia de una literatura de mujeres: "No existe, existe literatura de los seres humanos". Ella se considera feminista, pero prefiere el término antisexista, aunque eso no implica que sus novelas lo sean.

El proceso de Rosa Montero

"Escribir novelas es un oficio que carece de glamour; somos los obreros de la literatura y tenemos que colocar ladrillo tras ladrillo, mancharnos las manos y baldarnos la espalda del esfuerzo para levantar una humilde pared de palabras que a lo peor luego se nos derrumba. Redactar una novela lleva muchísimo trabajo, la mayor parte tedioso, a menudo desesperante".

Y pese a todo, lo hacemos. Ahí está la locura.

Cada autor tiene su ritmo, pero la redacción de una novela es un proceso muy lento. Rosa Montero tarda entre tres y cuatro años en terminar una novela. La mitad de ese tiempo lo emplea en desarrollar la historia dentro de su cabeza tomando notas a mano en cuadernillos. Cuando cree tenerla entera y conoce hasta el número de capítulos y de qué trata cada uno, se sienta ante el ordenador y escribe, pero durante la escritura la historia sigue cambiando. En La loca de la casa, Rosa Montero afirma que las novelas evolucionan constantemente: son organismos vivos.

Durante ese largo periodo de escritura, el autor vive a medias entre su existencia real y la imaginaria, entre lo cotidiano y la novela; hasta que un día con la novela avanzada, lo que ocurre en la vida cotidiana empieza a caer sobre la novela. A esto, Rosa Montero lo llama la etapa del embudo y consiste en una sucesión de coincidencias en la que encuentras en la vida real asuntos relacionados con la novela.

Tipos de escritores

Aunque hay numerosas divisiones de tipos de escritores, Rosa Montero menciona la que hace Isaiah Berlin con dos categorías:

  • Escritores erizos: siempre le dan vueltas al mismo tema.
  • Escritores zorros: avanzan sin parar por asuntos distintos.

La autora de La loca de la casa prefiere ser zorro y descubrir en cada novela paisajes inesperados, lo que hace que cada libro sea más difícil de escribir. Esto quizá explique que ella haya tocado muchos subgéneros distintos.

La novela como una ciudad

Dentro de este proceso, Montero anima a ver la novela como una ciudad: requiere de orden y estructura. Así, y siguiendo una clasificación de Italo Calvino, hay escritores de la llama, que construyen desde las emociones y escritores del cristal, que lo hacen desde la racionalidad. Rosa Montero añade otra clasificación propia que distingue entre escritores memoriosos como Tolstoi que lo llenan todo de recuerdos y son descriptivos y sosegados y escritores amnésicos que huyen hacia adelante, es decir, hacia nuevas acciones.

La distancia

El narrador no puede confundirse con el autor, hay que poner distancia con lo narrado. Si pretendes escribir, debes conseguir que lo que narras te represente de un modo simbólico: ahí está la sabiduría. Incluso cuando se habla de uno mismo debe ser para mostrar otros temas. Escribir es salir de tu encierro para verte desde el exterior.

Dos consejos de escritura de Rosa Montero para finalizar

A una misma idea, con los mismos personajes, el mismo desencadenante, el mismo conflicto, se le pueden dar muchos desarrollos y desenlaces. En La loca de la casa, ella parte de un mismo encuentro con un famoso actor de Hollywood para aportar tres desarrollos diferentes de la historia. Es una de las curiosidades del libro. El escritor elige un camino que puede gustar más o menos, a unos sí y a otros no, no hay una fórmula exacta.

Ten en cuenta algo: 

"Tú no escoges las historias que cuentas, las historias te escogen a ti. Los libros se imponen".